lunes, 3 de mayo de 2010

No pain, no game



Tengo una taza partida en pedazos, es un recuerdo de Praga, pero no mío; yo no conozco Praga, como no conozco Bhután.
Pero aunque no sea mía he decidido recomponerla con paciencia. De hecho, ya lo sabéis: porque no es mía voy a recomponerla.

Va a ser el principio de mi imperio. Pegado con pegamento y vendido antes de que se desmorone, y yo, ya lejos.

Si me paro a pensarlo siempre tuve en realidad vocación de rey, de gobernador. No quería ser autor, sino autoridad; como Bret Easton Ellis.
Que me adjudicaran el título de emblema de una generación o ser convertido en objeto de deseo, nada serio, nada intelectual; sólo una turbia impostura, algo nocivo, algo expuesto a la horda...cercano al cielo.

Así que aquí seguiré juntando trozos de porcelana para hacer feliz a alguien, para que me hagan feliz a mí. Barruntando que la misantropía gobierna el mundo mientras mi gato ha huido a pastos más verdes.
Tocar fondo es tener una taza rota por mascota.

Hay galletitas de la fortuna bastante peores



Se me han hinchado los músculos de la espalda, así como suena; un cuasimodo en Delicias con temblores. En pleno mayo con el radiador a tope y ofreciéndole el culo.
Una vez más, enfermo en el peor momento.

Eso sí, el malestar me hace algún que otro bien: sacia mi necesidad de pereza porque no me saca de la cama, y me ofrece mucho más tiempo para mejorar mi situación.
B. decía en su obra: "yo no hago virtudes de mis defectos". Bueno, pues yo no hago otra cosa. Y si me disculpáis, me vuelvo a la cama. Que la literatura no anda por aquí fuera...y parece que me estoy poniendo confesional.