jueves, 19 de agosto de 2010

No exigimos valientes, pero tampoco aceptamos cobardes



La perspectiva. Esa lejanía dada del objeto es un acercamiento a algo nuevo. Una colisión trasera invisible al tener la vista delante, clavada en nuestro perseguidor.
Es una entrega al azar.

Sé que no recuerdo muchas cosas porque no me sorprendieron lo suficiente, pero sí recuerdo, en clases de arte, la explicación de la perspectiva y, especialmente, el tema de su aberración: cuando hay que deformar el objeto para que, con la perspectiva lejana, mentirosa y fallida, presenciemos la simetría, la rectitud; el orden.
Los griegos realmente "suplicaban" que nos dedicásemos a ser bellos... y a actuar en consecuencia.
Me dan pena.

Parece que si te alejas ganas en criterio, y eso no es cierto. Alejarse es instinto de supervivencia. Es vivir sin una meta. Si te alejas ya nadie creerá en ti; y si creen los estás conduciendo al error. Quién no se involucre no merece nada.

La verdad está a un palmo de nosotros. La belleza se lame, se chupa, no se observa. De la misma manera en que la esencia de la guerra está en el desorden psicológico del soldado que regresa, pero más aún en la muerte del que se queda.
Involucrarse con la vida es un ejercicio de apnea y la experiencia se cuenta en la capacidad pulmonar que se desarrolla. Y por eso, al igual que Gauguin, presiento a los buscadores de perlas como los únicos dioses que no nos han abandonado.