sábado, 11 de septiembre de 2010

Animales Pijos

Hasta arriba de verdades me estoy poniendo con Perros de Paja (el ensayo de John Gray, no la película homónima de Peckimpack). Este profesor, desconocido hasta hoy para mí, reclama lo que algunos soñábamos apretando los puños bajo la almohada: nuestra animalidad sin medias verdades.




Gray recoge la filosofía occidental y la zarandea. Exime a Schopenhauer de una quema secular a la que no sobrevive ni siquiera Nietzsche.
Nos impide olvidarnos de hasta que punto somos esclavos de la religión (cristiana, en particular): ya que toda nuestra estructura de pensamiento se engarza a la perfección con tres o cuatro máximas irrenunciables a los ojos de los sacerdotes primarios, casi cualquier concepto revolucionario no supone más que la quema de la flota para poder salvar al rey en un bote que arribe a alguna playa.
El Humanismo es Cristianismo, el Marxismo es Cristianismo y el Post-modernismo es cristianismo, o si me apuras, calvinismo. Y todo ello, pérdida de realidad, origamis del pensamiento, fe en todo menos en los poemas...material para inspirar "fantaterror".

Esas mentiras insalvables se postulan en la consideración del ser humano como "otra cosa". Ni mamíferos, ni vertebrados únicamente...destino, libre albedrío, antropocentrismo, progreso, dominio de la tecnología, ecologismo... Religiosidades que nos sitúan en el bien o en el mal, algo que escapa a nuestra decisión.





Gray me fascina con su capacidad de mostrar al puritano que se esconde tras el artista rompedor o bajo la máscara de filósofo revolucionario de algo tan racional como la Lógica. Se introduce Gray en los sótanos del museo y nos espeta la irracionalidad de la ciencia, su preservación a través de su propia consideración: la capacidad de exigir un método científico para medir el mundo pero no para medir a éste mismo método.
Ya os digo, un gozo para los homínidos. 



"El cielo y la tierra son implacables. Los seres de la creación son para ellos meros perros de paja"
Lao Tzu

domingo, 5 de septiembre de 2010

Taking the long way home



Me piace una barbaridad el skyline del Actur y Ranillas a estas horas de sol a medio gas. Las farolas, que poco pintan ya, quedan ensartadas entre una primera linea de combate arbóreo y los conductores duermen rodando todavía. A la par, sigue fluyendo el río como una vieja en su motocarro. 

Ver a la madre, mujer, y a la mujer, anciana, es un chiste más del repertorio universal. El padre no cuenta, si Freud no se equivocaba, éste sólo es un usurpador que se disculpará enseñándonos a montar en bici.
Nota al dorso: Agénciate una u olvidarás semejante legado. 


He recuperado el aroma del pan del día llegando en cajas de cartón al bar familiar; respirando su polvo urticante que alimenta como ya quisieran otros. Me ha costado llegar hasta la fuente, recorriendo sinápsis abotargadas en siesta que se defendían, eléctricamente, ante mi no programada presencia.

Luego ha tocado fantasear y perderse cotilleando las otras opciones del multiverso.
El "¿qué estarán haciendo mis otros yoes?".
El problema es que muchos de ellos también están paternalistas; mirándome a mí. ¡Cómo si yo necesitase atención!
En resumen: cuidamos de Jose.

Sólo son las ocho de la mañana.
Y aún tengo rememorantes las yemas de los dedos





"El olvido también es una forma de presencia. Presta una presencia propia a la aparente desaparición de lo olvidado" De la esencia de la verdad. Martin Heidegger